La salida más fácil para evitar echar en falta la comida española es intentar visitar España a menudo para dedicar los 23 Kg que Iberia te permite llevar estrictamente a comida. Yo lo hago siempre que puedo. Ésta es mi estrategia para sacar el máximo partido de mis visitas a España:
- Cada vez que vuelo a España viajo ligero, casi con las manos en los bolsillos. Llevo encima un maletín para el portátil con lo imprescindible: cartera, móvil, portátil con batería, disco duro portátil, gafas, etc. El resto va a la maleta: meto algo de ropa en la maleta de mano y algunos regalos que haya comprado, coloco la maleta de mano dentro de la maleta grande y todo a facturar. De ese modo facturo aire (facturar menos de 15 Kg es una ridiculez) y encima viajo ligero.
- Los dos días anteriores consisten en pesar la comida que me voy a llevar para evitar sorpresas, repasar la lista que mi madre tiene siempre preparada con todo lo que me tengo que llevar (gracias, mamá) y salir a comprar las cuatro cosas que faltan. La noche de antes siempre me toca discutir con mi madre por cuestiones de peso: ella quiere que me lleve todo o casi todo y yo tengo que poner un límite para evitar quedarme con cara de idiota en el aeropuerto, cuando al poner mi maleta en la báscula vea cómo sobrepasa los 23 Kg.
- El viaje de vuelta a Estocolmo lo hago más cargado, con casi 23 Kg de comida en la maleta que facturo (23 Kg – peso de maleta – algo de ropa = 18 Kg aproximadamente para comida), más la maleta de mano pesando sus 10 Kg de rigor. Además de la bolsa del duty-free con alguna botella de alcohol. Da igual que bebas mucho o poco, vino o whisky, que compres para ti o para regalar: el alcohol en Suecia es tan caro que los precios del duty free suelen ser la mitad que en cualquier Systembolaget.
- Como el vuelo Madrid-Estocolmo llega al aeropuerto de Arlanda a las 14.00 cuando quiero llegar a casa son las cuatro de la tarde. Esto quiere decir que las escasas cuatro horas que faltan hasta la hora de la cena (sí, aquí tienes que acostumbrarte a cenar como tarde a las ocho) las dedicaré a hacer inventario de toda la comida que me he traído, colocarla en su sitio y vaguear. Porque un viaje en avión cansa más de lo que parece, y porque me lo he ganado.
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