martes, 10 de enero de 2012

Suecos y españoles, ¡volemos en avión!

Durante estas vacaciones de navidad me volví a España para disfrutar de un verano con sol de justicia y temperaturas oscilando entre cero y ¡quince! Grados. En esta ocasión en mis vuelos de ida y vuelta con Iberia, IB3321 e IB3322, no me preocupé sólo de lo que llevaba a España y las delicatessen que me traía de vuelta a Suecia; además me fijé más detenidamente que en otras ocasiones en el resto de pasajeros del avión. Y cómo no, observé que hay bastantes diferencias entre el comportamiento del sueco medio y el del español del montón, aunque también hay alguna que otra similitud. Aquí va mi análisis:
  • Similitud: hacer cola para embarcar. Mira que el personal de tierra de Iberia anuncia siempre en español, sueco e inglés el mecanismo para acceder al avión: “primero pasajeros con niños y clase business, después comenzaremos el embarque por filas, comenzando por las filas 30 a 35. Repetimos, sólo pasajeros entre las filas 30 a 35”. Pues nada, ahí tienes a tres cuartos de avión haciendo cola como posesos para nada, viendo cómo yo me quedo sentadito terminándome mis cheesburguers (vuelo Estocolmo-Madrid) o leyéndome mi periódico (vuelo Madrid-Estocolmo). Aquí los suecos y los españoles se mueven todos a una: maricón el último y que me quiten lo bailao. Si vamos un paso más allá y analizamos los porqués, seguramente podamos ver que esta similitud en el comportamiento es mera casualidad, fruto de reacciones muy distintas. Por un lado, el que los españoles se pongan a la cola es un acto reflejo, un mecanismo de defensa ante la tradicional picaresca española (porque en cualquier otra situación si no te pones físicamente en la cola aparecerá algún listo que se cuele con mucha labia y mucho desparpajo); por otro, los suecos hacen cola simplemente porque es lo suyo, les encanta.
  • Diferencia: paseos por el avión. En cuanto se apaga la señal de cinturones abrochados, los suecos comienzan a pasearse por el avión como Pedro por su casa. Por el contrario, los españoles suelen quedarse sentaditos a menos que tengan que hacer una visita al servicio. Supongo que esta diferencia tiene su raíz en la habitual actitud despreocupada y confiada de los suecos, que confían ciegamente en lo que sea, en este caso en que el piloto no hará alguna maniobra brusca que les lance despedidos hacia el techo.
  • Similitud: echarse una cabezadita. No importa que un vuelo dure cinco horas o cinco minutos, algunas personas cerrarán los ojos y se echarán a dormir. Probablemente es un mecanismo psicológico de defensa, consecuencia de viajar como sardinas en lata rodeado de desconocidos que penetran en nuestra área personal. Cierras los ojos, te abstraes y te olvidas. Esta medida es inherente al ser humano, y seguramente esté por encima de diferencias culturales entre suecos y españoles.
  • Diferencia: equipaje de mano. Analizar el volumen y la cantidad de equipaje de mano que portan los pasajeros de un vuelo según su sexo, edad y procedencia sería un estudio de ingeniería social de lo más interesante. Mirando con detenimiento un se da cuenta de que ¡oh, sorpresa! los españoles tienden a interpretar las limitaciones del exceso de equipaje en su versión menos restrictiva: equipaje de mano + maletín del portátil + bolso. En cambio, el respeto de los suecos por las normas, la ley y el orden provoca que los suecos viajen con un solo bulto que por supuesto cumple con el límite de peso y de medidas máximas. Los sudamericanos ya son caso aparte; en navidades, con el avión de bote en bote, el personal de Iberia avisa que al entrar se inspeccionará el equipaje y sólo se permitirá un bulto en cabina. Resultado: todos los sudamericanos y bastantes españoles tienen que rehacer sus bultos y dejar la mitad de su “equipaje de mano” para que lo metan en la bodega del avión.
  • Diferencia: conversaciones con tus vecinos. si te sientas entre un español y un sueco sabes que sólo te dirigirá la palabra el español (a menos que seas una mujer de bandera, claro, en cuyo caso las funciones biológicas básicas se anteponen a las funciones cognitivas). Los suecos no interactúan con desconocidos, e ignorarán tu presencia de forma muy educada y escandinava. Por el contrario, parece que a los españoles les queman las palabras en la boca y no te librarás de por lo menos un “buenos días”.
Si alguna vez viajáis a Suecia desde España (o a España desde Suecia, tanto monta…), no dejéis de observar a los pasajeros que van con vosotros en el avión. Veréis cómo hay similitudes y diferencias entre suecos y españoles que saltan a la vista.

4 comentarios:

  1. Lo de que los suecos se dedican a pasear por el avión no tienen que ver con que sean suecos. Tiene que ver con medir más de 1,80m.

    Yo por eso me pide siempre pasillo.

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  2. Cierto, la altura media tendrá algo que ver.
    Pasillo no es suficiente a veces, el mejor asiento sin duda el que esté detrás de la salida de emergencia. Más espacio para estirar las piernas!

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  3. Jajaja pues me parece genial este estudio antropológico del hombre moderno y las diferencias entre suecos y españoles... Yo fui hace poco a Estocolmo; me gustó, pero eso de que a las 15 horas oscurezca y salga la luna me mató!!!

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    1. Buenas FY,

      Eso es lo más duro del invierno sueco: la oscuridad. Si a un turista le mata, imagina cómo es para un trabajador que entra a currar cuando aún es de noche y sale del trabajo cuando ya ha anochecido.

      P.d.: Rondando el 20 de dicienbre anochece a las 14.00 :D

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